Coordinador de los Talleres Literarios de la CCE

Y en ese contexto, ¿cuál es el rol del taller en satisfacer aquella necesidad de soñar, ese placer de crear y esa responsabilidad de escribir y de imaginar en Las tierras del centro? Nos parece que la misión del Taller debe ser hoy como antes la de desatar sinergias, interacciones, olas sismos de corta y larga duración para el creador y para el lector; la de demostrar que la literatura no es asunto de pocos e iniciados y siguiendo a Alfredo Pérez Bermúdez, que el Taller nos permite ofrecer “La posibilidad de soñar por escrito”. Así, el Taller deviene en una paradoja con la que se enfrenta nuestro ego revuelto, donde nuestro convencional mito de iluminados y amantes de musas se halla confrontado, porque la solitaria y convencional manera de entender la literatura no ha sido sino el fruto artificial de una visión elitista y “canónica” de la literatura.
¿SIRVE DE ALGO UN TALLER LITERARIO?
El derrumbamiento de las viejas teorías utilizadas como principio de análisis en todos los campos, incluyendo el literario, también ayudó un día a plantear el proceso de creación en colectivo con ese invento utópico y a la vez práctico llamado “taller literario”, fábrica de escritores para algunos, oficina de fakires para otros y en ocasiones, gélido laboratorio de iniciados.
Paradójicamente, el concepto de aprender a escribir en la comunidad de un taller literario, encuentra una correspondencia en la tradición andina; con nuestros mitos y legados espirituales, en donde el TODO, se encuentra en las PARTES y el microcosmos reproduce el macrocosmos; en donde lo infinito se reproduce de los pequeños seres que forman también parte de esa gran totalidad de la que nos hablan nuestras tradiciones.
Del mismo modo que las olas, aparentemente separadas unas de otras, son también el mar, la visión holística de escribir en un taller es, en todo sentido, tremendamente creativa y poética: es “utópica” y “ucrónica”, “sin lugar” y “sin tiempo”; similar a lo que hacemos cotidianamente para crear un texto, carente de lugar definido, de propósito material y comercial aparente.
Si las estrellas duran largo tiempo en el cielo, mas no indefinidamente, cuando agoten su
carburante nuclear ¿desaparecerán?; nuestro sol acabará en cinco millones de años, dicen los entendidos; otras estrellas durarán mucho más. Las pequeñas pueden esperar un trillón de años y luego apagarse; ¿cuál es la duración promedio de un libro, de una revista, de un poema, de un cuento o de un graffiti, en tanto que vectores de una energía mental creadora, condensada y girante en un hipertexto de la “galaxia Gutemberg”?

Imagen de Gustavo Garzón
Hacer viajar textos como cometas, poner ideas en órbitas global, he aquí ciertos de los proyectos que aparecen de ciencia ficción para nuestros lectores y un desafío para nosotros mismos; imaginantes y utópicos como Leonardo de Vinci y sus modelitos de avión o Julio Verne y sus cohetes lunares, la mayoría de nosotros hemos escrito alguna vez un poema o un cuento, mas poco sabemos de los estallidos vitales, de las sinergias que dieron lugar a su nacimiento.
Hacer viajar textos como cometas, poner ideas en órbitas global, he aquí ciertos de los proyectos que aparecen de ciencia ficción para nuestros lectores y un desafío para nosotros mismos; imaginantes y utópicos como Leonardo de Vinci y sus modelitos de avión o Julio Verne y sus cohetes lunares, la mayoría de nosotros hemos escrito alguna vez un poema o un cuento, mas poco sabemos de los estallidos vitales, de las sinergias que dieron lugar a su nacimiento.
Porque a inicios del tercer milenio, sentimos no asistir a un escenario de Orden, sino de Caos (de k-Oz), no al escenario ideal de progreso y desarrollo y a la eventualidad de un “buen gobierno democrático”, sino más bien a un escenario de entropía; de desintegración permanente. Creemos entonces que un escritor que se precie de tal, debería esforzarse en pasar el viejo cuento de “yo solo me preocupo de escribir bien” y acelerar el proceso de desintegración de aquellas ideas convencionales de “orden-progreso-bienestar”; de aquellas maquinitas cartesianas de organización social heredadas de la modernidad capitalista y judío cristiana hoy, cuando La República igualitaria y fraterna del enciclopedismo francés, la Nación en Desarrollo del bienestar industrial burgués, el Estado socialista y revolucionario del “hombre nuevo” bolchevique, yacen desacreditadas en el basurero radioactivo del milenio.
Este es el contexto del escritor actual, este el tiempo veloz, vertiginoso, caótico, virtual, donde se acabará pronto la noción de la literatura tal como ahora la entendemos y por lo tanto los seudo privilegios de escritor oficial y su pretendido e inalcanzable “canon”, útil solo para él y su lambiscona corte. Hoy cuando algunos nuevos y viejos anarquistas prefieren encontrar en el hipertexto, esa suerte de Biblioteca de Babel electrónica, la tela de araña en la que enredar los bucles y el bigote del otrora escritor maldito así como sus cómodos mitos y ritos de solitaria inspiración, una noción siempre nueva, progresista y diversa del taller literario nos hace falta…
Valdría preguntarnos, si la necesidad de soñar por escrito tiene que ver con el poder recrear y alimentar con los pueblos y culturas del Ecuador nuevos mitos, génesis y cosmogonías; con delinear de dónde venimos y hacia dónde vamos, como sucedió siempre con lo mejor de nuestras literaturas de tradición. En aquella necesidad de alejar de la mente humana el final inevitable, aquella nuestra primaria pulsión de muerte y destrucción que nos hace cavernícolas y elementales todavía y que se ve objetivada en el avance inexorable de técnicas que harían viable la extinción de la especie, tanto como de Torres de Babel construidas por unos y derribadas por otros, para demostrar la inequidad entre los seres humanos.
Este es el contexto del escritor actual, este el tiempo veloz, vertiginoso, caótico, virtual, donde se acabará pronto la noción de la literatura tal como ahora la entendemos y por lo tanto los seudo privilegios de escritor oficial y su pretendido e inalcanzable “canon”, útil solo para él y su lambiscona corte. Hoy cuando algunos nuevos y viejos anarquistas prefieren encontrar en el hipertexto, esa suerte de Biblioteca de Babel electrónica, la tela de araña en la que enredar los bucles y el bigote del otrora escritor maldito así como sus cómodos mitos y ritos de solitaria inspiración, una noción siempre nueva, progresista y diversa del taller literario nos hace falta…
Valdría preguntarnos, si la necesidad de soñar por escrito tiene que ver con el poder recrear y alimentar con los pueblos y culturas del Ecuador nuevos mitos, génesis y cosmogonías; con delinear de dónde venimos y hacia dónde vamos, como sucedió siempre con lo mejor de nuestras literaturas de tradición. En aquella necesidad de alejar de la mente humana el final inevitable, aquella nuestra primaria pulsión de muerte y destrucción que nos hace cavernícolas y elementales todavía y que se ve objetivada en el avance inexorable de técnicas que harían viable la extinción de la especie, tanto como de Torres de Babel construidas por unos y derribadas por otros, para demostrar la inequidad entre los seres humanos.
¿TIENEN FUTURO LOS GRUPOS Y TALLERES LITERARIOS?

En los ochenta por ejemplo, el Matapiojo –taller al que pertenecí-, se planteó una misión utópica: “socializar los medios de producción literaria”, captar para el escritor las instancias de producción, difusión y consumo de la literatura, promover su responsabilidad de compartir con el lector su obra; aquél fue su ideario. Era una época en que la noción de literatura y acción política hacían parte de un continuun, de una utopía de transformación, y de la literatura como una práctica ético-estética del ser humano. Su utópica función perseguía ser el motor de una actitud solidaria y optimista del creador; pero eso fue en los 80 la década perdida, época de sueños y utopías que casi en nada se parece a la actual: migratoria, global y espesa (ya no municipal y espesa como diría Borja uno de los decapitados) nómada, escéptica y desencantada.
Entonces, los talleres literarios parecían ser “armas cargadas de futuro”, que por desgracia, o por ciclo vital, se encasquillaron. Fueron inventos, maquinitas utópicas creadas por tribus o por gurús y a veces por sectas político-literarias dispersas; casi nunca fueron tejidas con hilos transversales; se consumieron un buen día en su propio fuego o fueron cual ouroboros, serpientes mordiéndose la cola hasta esfumarse...
Mas, a partir de ahí, habrá que reconocer que una nueva generación de escritores fue formada y que la metodología del taller literario fue difundida y recreada ampliamente, en ello es justo reconocer la labor de Miguel Donoso Pareja, gran “suscitador”, escritor, crítico y sobretodo maestro, a quien le debemos la primera noción certera del taller literario como instrumento de socialización literaria en Ecuador; claro, que lo que desarrollábamos bajo su guía podríamos llamar Taller de Crítica Literaria de nuestros incipientes y patojos textos, gratuito y “con maestro y lectores propios” y en “tiempo real” para hablar a la moda. Otros experimentos como los que se seguramente se compartirán durante este encuentro nosotros llamamos taller de animación, taller de recreación literaria, taller de lectura de grandes autores, taller de iniciación a la creación literaria, taller de divertimentos, laboratorio patafísico y un largo etcétera de metodologías de taller que fueron, han sido y siguen siendo frutos de su semilla inicial, que debería preservarse, diversificarse y fructificar.
Un taller literario debe tener la necesidad de socializar las técnicas de creación literaria, de avanzar en la configuración de una literatura fresca que promueva futuros premios Nóbel para el Ecuador, tanto como campeonatos mundiales de fútbol o medallas de oro en atletismo. Demostrar que las tierras ecuatoriales constituyen mucho más que una despistada “línea imaginaria”, y que todavía debemos sobrevivir como nación multiétnica y multicultural y mucho más que eso, como una verdadera Casa de las Culturas y de los pueblos del Ecuador; donde la necesidad de comunicación puede seguir siendo ejercida y recreada en familia, en la escuela, en el colegio, o en la universidad, en una suerte de amor creativo y grupal. Hagamos del taller literario necesidad erótica y de goce estético, placer de gustar y degustar literario, arma ética y estética del ser humano para alcanzar “la posibilidad de soñar por escrito” y sobretodo, para imaginar y escribir en un planeta mucho mejor que el actual.
*Texto presentando en el Primer Encuentro de Grupos y Talleres Literarios del Ecuador:
Alfonso Chávez Jara, CCE, Núcleo de Chimborazo, abril 2006.
1 comentario:
Me parece que es algo global. Las humanidades han perdido "audiencia" en todos lados. Nosotros no seremos el el Guinness en matanza, pero sí en la ciudad más contaminada o en población migrante.
Apoyo el interés en las letras y ojalá y no muera el interés por rescatar los espacios artísticos.
Desde México, un saludo.
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