miércoles, 14 de abril de 2010

Frankestein a la hora del desayuno


Mientrasmiraba la cubierta del libro de Mary Shelley, bebiendo mi café y untando conmermelada las rodajas de pan, se me ocurrió que también podía revisar lasnoticias en Internet. Desplegué los iconos en el monitor y de pronto leí estetitular que me hizo soltar el pan sobre la mesa: Presidente de Chiledescarta un segundo mandato consecutivo. La noticia debió haberllegado también a Carondelet, seguro que sí, pero ello debió ser apenas como siel viento soplara en sus orejas. Puse más café en la taza. Revisé la noticiahasta el final y, de pronto, se me ocurrió que allí, en el palacio delgobierno ecuatoriano, debió ser el laboratorio donde Frankestein creó a sumonstruo.  

La novela de Mary Shelley dice que unHYPERLINK"http://en.wikipedia.org/wiki/Mary_Shelley" día,el doctor Víctor Frankestein -alquimista e investigador de medicina- descubrela forma de dar vida a seres inanimados y, en el clímax de su vanidad, proclamaque él es también un Dios, que el mundo debería empezar con él y con suinvento: en el laboratorio, una noche cubierta de neblina y mientras los gatosaúllan por los tejados, el doctor cose las partes malolientes de losmuertos, hasta obtener la forma de un hombre -solo que más grande y más fuerte-y lo mete en su máquina generadora de vida. La electricidad fue invento que porentonces volvió locos a los teólogos. Baja el switche, una, dos, tres veces.Nada se mueve. Desesperado, se acerca al monstruo, lo sacude, grita desafianteal cielo con él en sus brazos. Los truenos y la furia de los vientos que abrenlas ventanas son su respuesta. Los rayos alumbran los rincones oscuros dellaboratorio, donde se ve una pila de cadáveres incompletos -que fueron materiaprima de su invento. Pero está exhausto luego de tanta cirugía. Se rinde y va adormir, sin encadenar al monstruo, (aún faltaba una quimioterapia para empezara vivir).

A lamañana siguiente descubre que su obra ¡desapareció de la mesa de cirugía! 

Lahistoria ocurre en Ginebra hace dos siglos. Ese mismo día -en lanovela- comienzan a asomar los muertos. La cabeza de un niño es hallada en lacama de una joven, la misma que es condenada a muerte, acusada dehechicería. Los habitantes, asustados, deciden actuar y buscan al asesino,pero es inútil. El doctor Frankestein -en silencio- vislumbra recién lamagnitud de su obra. Toma su arma y va en busca del monstruo, al mismo quehalla en un bosque comiendo hierba y lamentando su condición.

"-Túme diste la vida-", implora al ver a su creador, "-dame ahora unacompañera y nunca más volverás a saber de mi". 

Eldoctor -en ese momento- no ve nada grave en ello y acepta la propuesta. Decidemudarse a Londres para llevar a cabo su invento; mas, en el transcurso de la"cirugía" (lo imagino comparando huesos para unirlos, cosiendodiferentes pieles, tal la constitución del partido verde limón en Ecuador),piensa en que si ello no será el origen de una raza de monstruos en la tierraque podría acabar con la naturaleza humana. Convencido de su error, destruye suobra -aún incompleta- y vuelve los restos humanos al cementerio, (asunto que nomenciona la novela).

Su esposase suma a la lista de víctimas. La venganza de su criatura recién empezaba. Através de una carta el doctor Frankestein se entera que el asesino se encuentramuy lejos del pueblo, en camino hacia países escandinavos, y allá se dirige,decidido a acabar de una vez con su temible invento; mas en el trayecto delbarco cae enfermo y muere. El monstruo asoma, entonces, en la habitación yrecrimina al vanidoso creador que, en vez de dedicar tanta energía y ciencia encumplir mejores proyectos para la humanidad, se ocupó en dar vida a un ser que-al principio fue inocente y débil, pero a causa de su horrible apariencia,daba repugnancia y miedo a todo aquel que lo miraba, hasta convertirse enasesino.

Elmonstruo, libre ya de su creador, busca refugio en los glaciales del polonorte.




Leíla novela hace muchos años en Zúrich. Fue mi primera tarea a traducir en laescuela de idiomas y hoy, cuando reviso las noticias de mi país, debe ser elazar lo que me llevó a extender mi mano y tomar el libro -que he vuelto ahojear con entusiasmo; pero, más allá de los fantasmas que habitan enCarondelet, (hoy entiendo al "Loco que ama" cuando estuvo en elpoder), lo que me impactó fueron las palabras del presidente de Chile. Ymientras bebía mi café y acariciaba al mismo tiempo el libro de Mary Selley,pensaba en cuanto bien habría hecho al país escuchar tales palabras en boca denuestro dignatario años atrás, cuando fue elegido en las urnas y no había en su cuerpo aún las fiebres del poderde las masas, con negocios estatales a su disposición, seguidores (no de suideología, sino del dinero público), guardias de seguridad, autos de lujo aprueba de balas; a cada paso las cámaras de televisión... él, que fue unperfecto desconocido antes de llegar a sitio tan alto, no entendió que paraservir al pueblo se requiere de humildad, de hablar poco y oír antes de actuar;en vez de ello, intenta convencernos a través de sus insoportables -porfrecuentes- apariciones en los medios de que el mundo empieza con él y acabasin él. Después confiesa sin pudor que le gustaría entregar la posta a gentemás joven, porque el ejercicio del poder desgasta, pero que no ve en elhorizonte a alguien capaz de seguir con sus ideales de patria, ¡cuando élmismo cortó a tiempo las cabezas de sus posibles sucesores!  

Ainicios de la democracia, en la antigua Atenas, un magistrado duraba en susfunciones diez meses griegos (36 días cada mes).  La Ekklesia, o Asambleadel Pueblo, le confiaba el mandato con la condición de velar por los interesesde la ciudad, y al finalizar sus funciones, esos mismos ciudadanos le pedíanrendición de cuentas: Cimon, Efialtes, grandes estadistas de entonces, cuya luznos alumbra hasta hoy, acabaron en el exilio tras haber fallado al pueblo. 25siglos después, en Ecuador, nuestros verdugos son reelegidospresidentes!  
  
"Lasconstituciones deben respetarse", expresó Piñera en su primera entrevistaen directo con CNN la noche del lunes. "Y cuando sean reformadas, debehacerse teniendo en mente a las futuras generaciones y no al presidente enturno", añadió.

Lasexpresiones del mandatario chileno vienen a Ecuador justo en momentos deoscuridad, pero allí están muy ocupados en "profundizar larevolución" (¿qué será ello?), que pasarán inadvertidas. Y mientras mearreglaba para ir al trabajo, me preguntaba también, por qué tales palabrasdeben venir -casi siempre- de mandatarios, cuyas naciones están en mejorsituación que la nuestra. Mi padre me dijo un día, al enterarse de que yo -enmis tiempos de colegial- en vez de asistir a clases, iba con los muchachos alanzar piedras en las calles: "La educación y el trabajo constante seránel mejor remedio contra la envidia y tus complejos de inferioridad". Tardeaños es comprender su mensaje.

Tomé eltren y mientras viajaba de Shanghái a Hangzhou a 280 km. por hora, vino a mimente Rómulo Cuello, cuando en sus cátedras nos decía:
-"Elnivel intelectual de la clase política es el reflejo del nivel intelectual denuestro pueblo".
-"¿Esque la nación no está preparada para otra manera de hacer política?",interrumpió Jorge -otro alumno- en voz alta. Hubo un momento de silencioen el aula.
-"Laeducación es el principio del cambio que buscamos", replicó el anciano,"pero a nuestras clases dominantes no les interesa esto. Veremos partir eltren del desarrollo y nosotros tendremos miedo hasta de subir en él".

Como lacriatura del doctor Frankestein que, pensaba yo aquella mañana durante miviaje, consciente de su inferioridad, solo atina a destruir para ridiculizar asu creador.

Otravez en Hangzhou. 

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