martes, 11 de enero de 2011

EXTRANJERO EN SHANGHAI

Train station in Hangzhou

Hace pocosmeses se inauguró aquí el tren más rápido de Asia. Une Shanghái con Hangzhou, a una velocidad de 350 kilómetros por hora.Una distancia de 250 kilómetros que antes se cubría en 1 hora y 15minutos, hoy demora ¡45 minutos apenas! ¡Más rápido dónde o para qué!


Yopersonalmente tomo el antiguo; no porque cueste menos, solo que siento pánico antesemejante velocidad en tierra. En Europa los trenes habitualmente van entre 140y 180 por hora, y ya era -hasta el siglo pasado- bastante para mí.

Y un día mepuse a pensar sí ese miedo acá, ¿no será el miedo natural de losecuatorianos a subirnos en el tren, más que del progreso, en el tren del tiempoque vivimos, cuando allá el único que aún existe, se descarriló hace dos años, como la revolución socialista, a la altura delantiguo y bien visitado santuario del placer La Luna? Durante mis viajes, al volver del trabajo, cuando ingreso a la estación de tren, o salgo del aeropuerto, subo al barco, tomo el metro, el bus, o camino distraído por el centro de Shanghai -lleno de turistas y comercios, viene siempre a mi mente la visión denuestro país: un tren del siglo anterior con fierros oxidados, vagones oscuros y llenos de ratas, abandonado enun hangar donde abundan mecánicos, mendigos y hasta un maquinista chifladoque ofrece llevarnos al futuro cuando el rayo de una tormenta roce las turbinas, lo mismo que en el film Volver al Futuro. 


No soypesimista. Solo veo desde afuera lo que ocurre en nuestro país. Y tanto amorpor él no basta para cambiar lo que se vive en la actualidad: secuestros express,robos, sicariato, la más descarada corrupción que yo antes pude imaginar en lasaltas esferas del poder gubernamental; mientras acá nadie se imagina una vidade regalos de parte del gobierno, pese a vivir un sistema comunista. Soncaravanas de gente entusiasta por el trabajo, movilizándose en barco, en buses,trenes, bicicletas...Mei you kong zuo, mei you shonguo (no hay trabajo, no hay vida),dicen ellos al despertar. 


Mis amigos se asustan y creen que yo bromeo cuando digo: secuestros, robos...bu hao,bu hao (malo, malo), dicen. Y hasta preguntan: ¿Qué es eso? Yo veo ingresar al banco gente con mucho dinero, o retirargrandes sumas en efectivo, como en los tiempos de los sucres en Ecuador, cuandouno llevaba su fortuna en sacos gigantes de yute para comprar un auto. Al abandonar elbanco aquí hay quien toma un taxi, otros van a pie hasta su negocio o simplementetoman una motocicleta; mientras en Ecuador te matan por un par de zapatos Nike –ytodavía chinos. O se paga US$ 20,oo para mandar a matar a alguien. O estar enposesión de 1999 gramos de cocaína o cualquier otra droga y al sersorprendidos por la policía, allá siempre se podrá argumentar frente a un juezque se trata de consumo personal. Miles de traficantes salieron de las cárcelesal amparo de esta ley en la nueva constitución. El argumento de los socialistas fue simple:dijeron que son víctimas de un sistema perverso y que no merecen purgar penaalguna porquefueron engañados y hasta obligados a convertirse en simples mulas…Así, los “brujos”,los que esperan a la salida de los colegios con diez o más paquetitos de ungramo cada uno en sus bolsillos para venderlos a nuestros hijos, de acuerdo a lavisión del partido verde limón, son pobre gente…¡Los beneficios del socialismodel siglo XXI!

Al principio,en Guangzhou, en el restaurante yo quise dar una propina y nadie la aceptó. Lomismo en el hotel New Asia. Alguna ocasión olvidé mi celular en el bus, ¡y el bus esperó paraentregármelo! Un día abrí una cuenta en el banco sin más papeles que mipasaporte, un domingo a las cinco de la tarde y en diez minutos recibí mitarjeta con la que puedo pagar en cualquier tienda o empresa en China, oretirar erectivo de cualquier banco y cajero.

La gente aunrespeta a los demás y en ciertas ciudades pequeñas del norte, un extranjero todavíaes mirado con asombro. -Vivo en un pueblo cerca a Shanghai que, aunque tienemillón y medio de habitantes, no consta en el mapa: Jinhua. No hay comercio de drogasen sus bares y lugares de diversión. Los pocos traficantes son ejecutados encorto proceso y los adictos purgan años de cárcel. No hay borrachos dormidos enlas calles, aunque la juventud es adicta al cigarrillo y al internet.

Yo me digoen silencio: debo traer a mi familia acá, porque mishijos no creen ni imaginan que otro mundo sí es posible. “Yo vivo en él”,les digo. Pero ellos y sus amigos sonríen con incredulidad. “¿Qué mundo es esesin ladrones, sin drogas, sin presidente insultando cada cinco minutos en latelevisión, sin secuestros express, sin violencia...? No, no es posible.Definitivamente.

Aquí escuchéel relato de un campesino que, al final de la tarde, de regreso a casa, halló unhuevo entre los matorrales. Sin dudar, lo llevó hasta su granja y lo puso aempollar con una gallina, que ya tenía otros tantos bajo sus alas. Un día loshuevos reventaron y pronto los polluelos iban tras su madre enbusca de alimento. La gallina cuidó a sus crías por igual, incluso al extraño. Erasu instinto maternal.

El polluelocreció sin saber lo que era. Hasta que un día un hermano le gritó: tú eres unáguila. ¡Alza vuelo y vete!

Pero élnunca se atrevió a volar y acabó sus días en la granja, raspando el suelo enbusca de gusanos y de granos, porque a pesar de ser un águila, él no conoció niimaginó otro mundo; por tanto, nunca se atrevió a alzar vuelo y, majestuoso,dominar los cielos.

Yo doy gracias a la vida porque no es un sueñoel sitio que hoy me acoge y me alimenta. Que aún hay problemas de pobreza, esono se puede ocultar. Si hasta 1955 el 90% de la población estaba en la pobrezaextrema, hoy el 62% ha accedido a los beneficios de la riqueza de lanueva nación china. ¿No es ello un motivo para alegrarnos? Que hay mucho quehacer, es indudable; pero todo parte de la visión de futuro y gobierno de suclase dirigente, de la actitud creativa de su población.

El Ecuadorde hoy es la medida de los sueños de nuestro gobernante y del grupo de soñadores que le rodea: un país de mendigos con de minas de oro, donde él esrey. Con desigualdad social intolerable, con la riqueza acumulándose -igual que antes- en pocas manos y paralos demás migajas apenas. La pobreza en los últimos cuatro años de socialismono se contuvo, sino que al contrario, se incrementó de modo alarmante. Elestado creó 150.000 nuevos puestos de trabajo para los burócratas que sostienensu gobierno, pero no para el resto de población. China, en cambio, vive ypractica un capitalismo, por decir algo en boca de los intelectuales deizquierda: feroz, pero ha encontrado su camino hacia el bienestar e integraciónde la mayoría de sus habitantes. Y lo que haya que hacer se irá incrementando ocreando en el transcurso del proceso que vive hoy.

Ya lo dijoBill Gates: “Podría entregar hoy toda mi fortuna a los más necesitados y mañanael mundo seguiría tan pobre como ayer”. Porque la solución no está en regalar eldinero forjado con esfuerzo por un grupo de la sociedad, sino en generarriqueza para que más gente acceda al bienestar con trabajo, no con limosnas. En Ecuador, paracombatir la inseguridad se compra más armas, se recluta más policías en vez de empezardesde arriba con el ejemplo, de invitar a la empresa privada a invertir y respetarlas reglas del juego.
 
Admiro de lospaíses asiáticos su mística por el trabajo y sus sueños por mejorar sus nivelesde vida. Hoy los hombros de China soportan la economía mundial. Estados Unidos y su moneda se mantienen a flote graciasal coloso amarillo. A éste no le conviene que el tío Sam se desplome, lo quedebió ocurrir en la época de Bush y ahora va al rescate de Europa. Si quiebranambas regiones, ¿a quién venderá el gigante asiático? Se entiende, entonces, porqué sus emisarios golpean estos días las puertas de muchos países ofreciendo invertir,comprar deuda y materias primas. Todos sus ahorros, que son demasiado parapermanecer ociosos en las frías bodegas de un banco, se convertirán en tabla desalvación del mundo. 

Admiro a Corea del Sur, hasta hace tres décadas un país decampesinos y de mendigos; a Vietnam, que fueasolada durante la guerra contra el imperialismo; Tailandia, donde en mi primerviaje -hace 18 años- vi a las madres vender a sus hijas e hijos para losprostíbulos de las bases americanas; India y muchos países donde he pasadoparte de mi vida y de ellos no tengo sino una sana envidia: ¡cuánto desearíaque ello fuese así con Ecuador! Pero reza un refrán en Camboya:cada pueblo tiene el gobierno que merece. Yo añado: el gobierno quesueña y forja.

El únicoproblema, bueno, era un problema -al principio, es que aquí es imposibleacceder a las páginas occidentales, como Facebook,Twitter, Hi5, youtube, blogs y millones de sitioswebs. Cada computador del hogar o público está muy controlado, y cualquier actividaden la red es seguida por un ejército de espías cibernéticos gubernamentales. Algoque en Ecuador se quiere imitar, eso sí, con entusiasmo. Después me puse apensar que sí el país más poblado del mundo puede vivir sin eso y sigue sucrecimiento, igual yo. Desde entonces no abro tanto el internet, salvo para asuntosde importancia y nada comprometedores. Al ingresar a un café internet, uno debedepositar primero su pasaporte, el mismo que es escaneado e ingresado altorrente de usuarios cada vez que uno alquila un computador. 

Algunas veces fuisorprendido por agentes -vestidos de civil- pidiendo mis documentos y mirando lo que escribo. Alprincipio fue desagradable, lo confieso, pero me dije entonces: nadie me obligóvenir acá, y por tanto debo respetar las reglas del dueño de casa. Luego de untiempo me di cuenta que no he perdido nada al vivir con ciertas limitacionesdel internet. Actualizo mi blog o disfruto de mis videos de youtube en Bangkoko en cualquier otro país que visito por mi oficio. No hay salsa, merengue o reggaetón, -en Sumatra nohay alcohol, pero me parece que la gente aquí es feliz, a su manera; aunque la mayoríade ellos ignore el mundo al otro lado de la muralla. Al fin de cuentas, yo soyun huésped.

2 comentarios:

keratina dijo...

Excelente articulo. Felicitaciones

rafael dijo...

gracias por sus comentarios.