domingo, 20 de febrero de 2011

EMPRESARIOS Y POLITICOS

Caricatura de Juan Carlos Argüelles, Argentina
 
En Ecuador hay una fórmula paravolverse ricos de modo fácil, para llenarse prestigio en un escenario lleno de sombras, y es vistiendo la camiseta de “revolucionarios”ya no es el hombre simpleque empezó arreglando relojes en una transitada calle de New York, hacesiglo y medio, que con visión de futuro y habilidad para hacer negocios, fundóy creció su empresa de fabricación de autos, hasta volverla dinámica, eficientey capaz de competir -en presupuestos y gastos- con el mismo estado, como fue HenryFord en Norteamérica. O Luis Noboa, en Ecuador, el mismo que en la adolescenciaera peón en las plantaciones de banano, hasta llegar a ser uno de los másgrandes exportadores de fruta en el mundo.  
Losempresarios de hoy saben que la mejor manera de crecer sus fortunas esingresando al torrente sanguíneo de la nación para, desde allí, controlar loshilos de la política, manipular leyes y generosos contratos a su favor. A ellos mismos no les interesa estarfrente a HYPERLINK"http://www.blogger.com/goog_432232273"un puesto público, HYPERLINK"http://www.eluniverso.com/2011/02/18/1/1355/indagan-2-asambleistas-jueces-constitucionales.html?p=1355&m=861"algo tan deprimente y aburrido, sin espacio siquiera o tiempo en sus apretadascarteras de negocios y, además, porque para ello están los políticos deprofesión; esa clase social que no defiende ni profesa ideología alguna, másque su instinto de sobrevivir y de mantenerse a flote con cualquier caudillo deturno.
Ocupadosen el cultivo de la imagen, llenos de privilegios que brinda el ejercicio delpoder, de retorica y tesis antiguas aprendidas de memoria desde hace dos milaños, son las prostitutas de una tendencia política o económica en boga, quecon sus cuerpos, sus palabras llenan de magia el salón, bailan, venden y arreglanel precio por sus servicios con el cliente, pero el que engorda su cartera esel dueño del prostíbulo.
Apéndicesde un sistema económico, considerado –en silencio- por ellos, como injusto; aveces humillados por las clases dominantes, la de los empresarios, antes losterratenientes y sus ramificaciones fuertemente trabadas hoy en el mapapolítico; incapaces de competir con ellos debido a su escasa o nula habilidad ennegocios, o al tamaño de sus fortunas, no perderán la ocasión de demostrar que estánpreparados para triunfar en las tareas confiadas por el actual presidente,mientras éste les garantice estabilidad, ascensos y posibilidades de visitar amenudo Carondelet.
Ellosno cuestionan si el máximo líder es eficiente o correcto en su actuar frente ala nación. Ni siquiera se atreven a alzar la voz. Sus pasos no están guiadospor los ideales aprendidos en las aulas junto a sus maestros, en los libros.Alcibíades. Pericles. Séneca. Abrahán Lincoln. Gandhi: son nombres apenas queellos olvidan cuando están frente al cacique escuchando sus arengas. Nodefienden los ideales de libertad, no son solidarios con los más desprotegidosporque ello significa lealtad y ésta se traduce en recompensa. Son políticos. Materia degradable. Reciclable, como sus bolsillos. 
Algunos–en cambio- son pragmáticos. Asumen retos, organizan equipos de trabajo,asignan responsabilidades, toman tiempos, cumplen metas con mano dura; mas aldarse cuenta de que ello va contra corriente, renuncian a tiempo y se alejancon la satisfacción del deber cumplido. Son pocos para distinguirlos en laabultada maleza, pero existen. Los otros anuncian (no redactan ni añaden unacoma) las leyes, van a las entrevistas, buscan su mejor perfil ante lascámaras, donde vociferan, sudan y manejan con cautela su lengua porque sabenque una declaración o acción indebida pone en riesgo sus cargos, y volver allícuesta mucho, o quizás nunca vuelvan.

Ellosno tienen horizonte en sus vidas sin el ejercicio de la política, porque nofueron educados -igual los artistas y los poetas- para generar riqueza, sinopara llenar sus barrigas y alimentar sus egos, vestidos hoy con las ropas deministro, mañana jefe de rentas públicas, o simples abogados del poder, aunque renieguende sus profesiones. Y así como vienen, se van y pronto aquel sitio es ocupadopor otra “estrella” fugaz.
Imaginemosa los integrantes del nuevo elefante blanco, denominado Consejo Ciudadano, porejemplo, o la Corte Constitucional. Si revisamos la vida profesional de cadauno de sus miembros, veremos que el ingreso allí es la culminación brillante desus carreras; luego -con docilidad a los mandatos del partido- vendrá unministerio, aduanas, rentas, telecomunicaciones, la fiscalía…siempre y cuando, elsector político al que pertenecen y defienden tenga peso suficiente como paraexigir su tajada al gobierno de turno. Luego nada. Volverán a sus cátedras, asus estudios jurídicos, a la monotonía de sus empleos.
Losempresarios, en cambio, están educados para hacer dinero y verlo multiplicarserápido, sin importar los medios. No les interesa ser ministros o vocalesde institución alguna, (aunque en su formación académica aprendieron retoricatambién), que para ello están los “revolucionarios.” Una vez ganadas laselecciones, aumentan igual sus negocios y ganancias, reclutando siempre nuevos políticosa sus planillas de trabajadores. Crecen con el estado, es cierto, pero auncuando sus empresas fracasen, algo improbable, ellos cambian pronto deactividad, fusionan capitales, se alían a consorcios extranjeros para obtenercontratos aquí, sin licitación alguna, o con ellas (pero amarradas), y sinlevantar sospechas; adquieren acciones en Wall Street, propiedadesinmobiliarias en sitios estratégicos; compran deuda “ilegitima” nacional ylogran que el país les pague hasta el último centavo, venden seguros para elárea petrolera, maquinaria. Reciben jugosos contratos para ampliar la red vialdel país, construir aeropuertos, puentes, importan medicamentos, insumos parala agricultura, tecnología... fundan, se adueñan de partidos políticos paracrecer sus consorcios. Y su realización personal no es ser embajadores o cónsulesen algún país lejano de Asia, sino ver sus nombres en el libro de Forbes comoempresarios exitosos con negocios y capitales en continuo crecimiento.
Unos van a saludar y a tomarse la foto con BarackObama, tal un sueño cumplido; y otros, a sentarse con él para hablar denegocios. He aquí la diferencia entre ambos sectores.

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