Primera edición 2007, Quito

Cuando bebes el agua sabes que no eres de aquí,
no son tus palabras sin el calor de tu lengua
aunque hables como ellos, acentuando la voz.
La juventud te dio el viaje
y este pueblo para el vigor de tu edad.
Aquí haces tuyos los horarios del tren,
los héroes del parque
con flores exóticas en primavera;
a veces, luego del trabajo, te refugias en el cine
escapando del frío -y mientras llega
la hora de ir a visitar un amigo;
entregas la juventud a una ciudad extraña
aunque nada volverá contigo,
ni siquiera los hijos que alimenten tus manos.
Cuando llegue la fecha esperada,
el bus volverá aquí y las mismas calles de tu pueblo
pisarás, atraído por su abandono;
no será difícil reconocer la casa de tus padres,
e irás a ella pensando en el águila
que, al ver su plumaje escaso,
vuelve a los riscos donde aprendió a volar
y se precipita al vacío.
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