Los grupos de oposición al régimen tailandés, en mayo del2010, reunieron 1000 litros de sangre entre sus seguidores para arrojarlaen los patios del premier de la nación.
He dejadoBangkok, no sin tristeza. Los "camisetas rojas" siguen tomados lascalles, aunque sin la fuerza del principio. Moon me dijo que ellos han venido"hasta acabar el trabajo". Igual que en Ecuador y las famosasmanifestaciones de apoyo a los presidentes de turno, pensé.
Y recordaba unamanecer del 2009 en Chuchuquí, un pueblo olvidado en la provincia de Imbabura,donde vive mi familia, cuando entre tinieblas llegaron varios buses –pagadospor el gobierno- a llevar mi gente, como ganado en un día de feria, a"manifestar nuestro apoyo en la capital a amo presidente, el único quehabla nuestra lengua y el que se preocupa de los pobres", gritaba uno delos dirigentes indígenas. La comunidad vecina no fue, porque los militares y elministerio de bienestar social nunca asomaron por allí -de modo deliberado- consus fundas de fideos, sal, aceite y galletas. Los gobiernos saben quemanteniendo dividida a la sociedad ellos se vuelven fuertes. Y por ello enEcuador, diferentes instituciones gubernamentales, en su afán de debilitar alos “fastidiosos”, han empezado a repartir "ayudas sociales" aciertos barrios y recintos que, de otro modo, nunca hubieran asomado por allí suscabezas.
¿Qué piden losRed T'shirts al tomarse Bangkok?
-“Que el poderdel pueblo vuelva al pueblo", suena ahora la consigna. En barcos, en pequeñascanoas con motor han entrado por los ríos a la ciudad, en inmensas caravanas demotocicletas, buses, autos particulares; una marcha impresionante que, con elpaso de los días, parece ahogarse en medio del calor, sobre los 40 grados. "Atrabajar por la revolución", tal sus expresiones, han venido loscampesinos pobres del norte y sur de Tailandia, los mendigos de los arrabalesde Bangkok, cuyo centro lleno de lujuria es una ofensa a la miseria del resto.
Mr. Thaksin -ellíder de la revuelta- ha dicho: "No retrocedáis. No es por mí, es por ladignidad vuestra y de la nación". Suena contundente, como ponernos aelegir en Ecuador entre "este hermoso amanecer socialista o la oscuranoche liberal" (la misma torta, solo que en empaques diferentes). Lasfuerzas de seguridad aumentaron sus efectivos de 35 a 50 mil, para impedir quelos manifestantes causen disturbios en los espacios donde ellos acampan o semovilizan.
Algunos medios,para confundir a la población han publicado que las autoridades del sitio dondeMr. Thaksin se refugia, el Reino Árabe Unido, le han solicitado abandonar elpaís; lo que es desmentido de inmediato por sus seguidores en Bangkok, mientrassu líder afirma en vivo ante las cámaras que el viaje estuvo planificado antesde las demostraciones para ir a visitar a su hija enferma en Alemania; Europainforma, por su parte, que varias naciones han ofrecido refugio diplomático almillonario empresario, entre ellas Nicaragua y Venezuela. Yo me digo, debe ser elcolor de la sangre derramada aquí lo que identifica a Daniel Ortega y a Chávezcon el líder de la oposición tailandesa.
Los Red T'shirtsconsideran que el nombramiento del Premier Abhisit Vejjajiva, realizado por unparlamento transitorio a finales del 2008, fue un acto ilegal que viola variosprincipios de la carta magna, y en el clímax de las protestas decidieron hacecinco días reunir 1.000 litros de sangre de su partidarios a fin de rociarlacomo si fuera agua con detergente en los patios del parlamento. He visto conhorror echar el líquido espeso en el asfalto, a los manifestantes danzar sobreél, tal un acto macabro de vudú y luego, igual que un sermón cristiano, decirante a las cámaras y 50 mil personas: “Este líquido será el cuerpo y el alma quenosotros ofrendamos para la fundación de la nueva democracia.”
Pero el Premierno ha cedido un ápice a las pretensiones de los revoltosos. ¿Por qué habría de hacerlo?
Ellos amenazanentonces con una guerra de clases. Y se esfuerzan por presentar las protestas –alos medios- como una lucha de los sectores más pobres contra la élite política queha gobernado el reino por varias generaciones. Los jóvenes dirigentes llenos deentusiasmo -con muchas ideas en la cabeza, llaman a los "humildes campesinos" (nombrados asítambién por el rey) “a unirse por larevolución y tomarse la ciudad”; el monarca, por su parte, sonríe ante lascámaras, pese a que estuvo una semana en el hospital acosado de una severagastritis. Su mensaje es que todo está en orden en la nación; igual el Premier.Y así parece, sino fuera por las hordas de militares y policías apostados enlos aeropuertos, al ingreso de las principales carreteras, gasolineras. Losministerios lucen vacíos y cercados de peligrosas alambradas con navajas tanfiludas como hojas de afeitar, mientras los burócratas salen a las calles a gritarsus consignas a favor del gobierno, pues están conscientes de que suestabilidad laboral depende de la permanencia de éste en el poder. Algunos medios,en cambio, ignoran por completo el barullo social y saturan sus espacios concrónica roja y deportes. El Manchester United, donde milita nuestro AntonioValencia, es el mejor equipo del mundo, dicen ellos, seguido del Chelsea, y lasconversaciones giran en torno a cada detalle del gran circo del fútbol.
Y mientrasobservo la nación desde el cielo, sus plantaciones de arroz perfumado (cadaamor nos deja un recuerdo), los campos de azafrán, las plantaciones de banano,las piscinas camaroneras, las innumerables carreteras de primer orden, lasredes del tren, vienen a mi mente las imágenes desde Venezuela, donde através de fotos impresionantes en los medios se puede ver a los grupos dechoque del señor Chávez ocupando los sitios más importantes de Caracas (palaciopresidencial, edificio de justicia, ministerios) cuando los disturbios socialesson evidentes. La idea es mostrar al mundo que la situación está bajo control,que la inconformidad de algunos sectores son simples resentimientos de lasélites económicas y políticas -derrotadas varias veces en las urnas, mientrasla mayoría de población apoya los cambios llevados a cabo por su presidente.
Para ello poseendependencias encargadas de librar una guerra mediática al menor síntoma socialque pudiera manchar su imagen. No en vano se impone leyes y reglamentos parahacerse con el control de los medios de comunicación y cada acción, desde lasaburridas cadenas nacionales, su aparición en una escuelita de barrio pararegalar uniformes o cuadernos, o en el sitio donde acaba de ocurrir un graveaccidente, está orientada a engrandecer su labor, por insoportable o falto deveracidad que sea.
A eso llaman enEcuador contacto con las masas. Elcoronel Gutiérrez lo definía mejor: lasencuestas de carne y hueso. Ellos actúan con las pulsaciones del minuto, nocon el ritmo de los proyectos de largo alcance. Son como lasadolescentes interesadas en cuidar su imagen con las ropas nuevas queadquieren, en vez de aceptar las formas reales de sus cuerpos.
Durante misnoches en Bangkok, me atreví a visitar los campamentos de los Red T'shirts. Noson de modo alguno agresivos. Son gente humilde que sigue los preceptos de surey: la sencillez de la vida, aunque éste, a diferencia de Gandhi, duerma ensabanas de seda y las riquezas de su palacio sean más ostentosas que cualquiermonarca europeo. Los campesinos y jóvenes "revolucionarios" descansabanbajo inmensas carpas, por turnos, mientras en el escenario, junto al DemocraticMonument, continuaban las arengas políticas de sus dirigentes y el desfile decelebridades artísticas, las 24 horas.
Me sorprendió verahí las obras completas Lenin y un afiche gigante de él guiando el pueblo alpoder. En otro stand hallé las boinas negras con la estrella roja de larevolución socialista rusa y junto a ellas las gorras verdes de los campesinoschinos. Las Cinco Tesis de Mao y el Libro Rojo ocupaban un sitio de privilegioen las mesas. ¡Dios! Y micorazón no pudo más con tantos vestigios de mi juventud, cuando creía que para cambiar el mundo bastaban nuestroscuerpos hermosos y obedecer sin duda a los dirigentes.
Dos stands másadelante las camisetas del 'Che" Guevara, las boinas y hasta afiches consu frase sublime y llena de esperanza: ¡Hasta la victoria siempre! Pero nada puede ser perfecto en el mundo,como fondo de semejante feria estaban las imágenes del zar empresarial deTailandia: Mr. Thaksin. Los CDs. con sus discursos políticos, las fotosentregando limosnas en los sectores más pobres, -hoy respaldando su vuelta a lanación y al gobierno. Se imprimió un periódico rojo cada día, y otrodigital que informaba al mundo los logros de la revuelta; hubo revistas delpartido que se entregaba a la ciudad tres veces por semana y hasta camisetascon fotos del guía, dos oficinas con computadoras e impresoras modernas, dondelos seguidores hacían colas para obtener el carnet del partido, a fin derecibir casa gratis, empleo, o lo que haya, cuando llegue el tiempo de larevolución.
En Bangkok se repetíael juego perverso de tomarse las instituciones estatales con el apoyo e ignoranciade los sectores más pobres, el aparente desinterés de ciertos grupos económicos-que al final acaban pescando a río revuelto- y el miedo de los intelectuales aasumir una posición definida (es más fácil que equivocarse), manipulando temasque se vuelven consignas y caminos a seguir la nación, en medio de inseguridadsocial, de fracasos de gobiernos y de generaciones de políticos. La consignasuena igual en Ecuador, Bolivia, Nicaragua...y hoy en Tailandia.
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