martes, 5 de octubre de 2010

UN PAIS DE OPERETA*

Domingo 03 de octubre del 2010 | Bonil  

No tiene licencia para matar, pero desde que el señorCorrea asumió su mandato ya suma once muertes. Es difícil admitir que hayamosvuelto a aquellos tiempos de barbarie, donde un bravucón en medio deguardaespaldas y apoyado en las armas del ejército y policía, dejaba a su pasopor el gobierno una estela de terror y sangre, con cicatrices marcadas en lapiel de sus oponentes y en la memoria colectiva de varias generaciones. Laimpaciencia del actual gobernante y su falta de tino para manejar las situacionespolíticas que él mismo provoca a diario, hace que la estabilidad de su gobiernosea cada vez más frágil. Él ha ofrecido compensaciones económicas a lasfamilias de los muertos, -no desde su bolsillo, por supuesto- sino desde lasarcas públicas. Pero ¿a quién se le ocurre pensar que la vida de un ser humanotiene precio?

Es la imagen que él tiene de nuestra nación. Todo sesoluciona con dinero, y más, cuando hay en abundancia y nadie tiene acceso nicontrol de las arcas estatales, pues las instituciones que deberían ejercer unafiscalización están en manos de Alianza País.

Correa es un hombre con demasiada fuerza de atracción en lossectores marginados y su generosidad con ellos le asegura mucho tiempo todavía enel sillón presidencial; sin embargo, tras ocho victorias en serie en las urnas,desde su aparición en el tablero político, en ninguna de ellas aprendió que laprueba más dura para un gobierno es oír y dialogar; no una licencia parahumillar o desafiar a los demás con su prepotencia. Fueron ocho pruebas paraasumir con humildad su alto cargo ante la nación.
El rey Juan Carloshumilló en público a Chávez gritándole la conocida muletilla: ¡Por qué no tecallas! Aquí un cabo de policía –hoy destituido- repitió –con megáfono enmano- la misma frase, aunque también añadió: ¡mentiroso, corrupto...! Y mipadre, cuando en vida, siempre me aconsejó: nunca des motivo para que tushijos te falten el respeto alguna vez. Crece y madura con ellos. El actualgobernante ignora que él es un servidor público, un puesto que, en los orígenesde la democracia en Atenas era un privilegio; se lo ejercía sin compensacióneconómica alguna, más que la satisfacción de ayudar y servir a su colectividad;y no solo ello, fue un deber cívico que todo ciudadano debió asumir y rendircuentas al final de su periodo, por insignificante que fuera su cargo.

LUJÁN | Y la historia continúa... El Comercio, sábado 02/10/2010 

La revueltapolicial de 30 de septiembre fue un amargo despertar, tras una larga noche dedispendio y de bohemia revolucionaria. Fue la afirmación de que estamos chiros,como al empezar el actual mandato. No hay inversión externa y la interna desde lasarcas fiscales no basta para acelerar la economía del país. Entonces se tieneque recurrir al endeudamiento externo, pero como todo moroso que no cumple consus obligaciones anteriores, si Ecuador pide nuevos préstamos, debe empeñarprimero el petróleo, la única fuente de recursos disponible a mano: recibe 4.000millones de dólares del gobierno chino y a cambio entrega 100.000 barrilesdiarios de petróleo durante cinco años, ¡cuando su producción nacional, sumadaa la de las transnacionales, es de apenas 450.000 y en franco descenso sinparacaídas!

Y se anuncia nuevoscréditos con el gobierno de Pekín. Nadie sabe a qué tasa de interés efectiva ycuánto o cuándo terminaremos pagando. En cuatro años de gobierno socialista,con el precio del petróleo en el mercado cinco, seis y hasta 15 veces más altoen comparación con la década pasada, (durante la era de Mahuad un barrilalcanzó el irrisorio valor de 8 dólares), resulta que tenemos –otra vez- unadeuda sobre los 17.000 millones. No está mal adquirir créditos, pero si conéstos vamos a poner en marcha el aparato productivo, la industria yagricultura, hasta lograr satisfacer la demanda interna y luego exportar.

No, resulta quegran parte de esas sumas se malgasta en propaganda oficial, en sueldos de lavigorosa burocracia  -entre ellos -52.500 policías y 71.250 militares-; institucionesa las que el presidente, en su afán de mantenerse en el poder y de conseguirsumisión, incrementó los salarios. Así, si antes un policía de tropa ganaba,dependiendo de su antigüedad, entre 320 y 650 dólares al mes, hoy, recibe entre750 y 1950, mientras los oficiales –capitanes, sobre los 1800, coroneles sobrelos 2300 y los generales superan los 3500.Igual con los profesores y demásempleados públicos, ¡mientras que el sueldo decretado desde la presidenciapara el sector privado es de 240 dólares!

 
Cuando el presidente llegó al regimiento de policía, los uniformados le pedían a gritos que se vaya. Aquí se escucha ello de modo evidente; pero él ingresa a la fuerza y va al segundo piso para intentar convencer de las bondades de la nueva ley, mientras los policías junto a sus familias, tras cada palabra  se exaltan más. "La ópera de tres centavos" había comenzado.

Los policías,amparados en la constitución que él mismo encargó redactar a los españoles, y luegofue aprobada por la población, hicieron uso del derecho que ésta otorga acualquier ciudadano al verse afectados sus intereses, y es la protesta, sin queello signifique de ningún modo estar en contra de la nación o del ordenconstituido;  sin embargo, lo ocurrido el pasado 30 de septiembre fue uncapítulo no planeado que alteró por completo la agenda política del señorCorrea. En realidad, aquel día se iba a declarar la muerte cruzada entre el legislativoy el ejecutivo, estrategia que debió permitir al mandatario disolver por unavez el congreso, emitir luego e imponer las leyes que él creía conveniente, ydespués convocar a elecciones, ¡procesoen el que él volvería a salir airoso!

Y para llevar acabo tal proyecto, necesitaba la colaboración de la fuerza pública. Noestaba en sus planes que la sublevación policial se le escape de las manos, porlo que, como buen mago, sacó de inmediato una carta bajo su manga: fue elmomento propicio para armar un show y asumir el rol que tanto le gusta, que loejecuta bien y que –por desgracia- impacta en las clases populares: el devíctima. Lo oí gritar en la radio: “¡Ya entran por mi ventana, me van amatar, hago responsable a la policía de lo que me puede ocurrir! ¡Amo a mi familia!”. Pero élestuvo en un piso superior rodeado por su cuerpo de seguridad, defendido por elgrupo de élite de la Policía, el GOE y también por el GIR. Esta película lasabemos de memoria los ecuatorianos, aunque después se prohibió transmitir muchasescenas a los canales privados.

Varias veces -durantela mañana- los policías amotinados le pidieron que se vaya, pero no hizo caso. ¡Cómose le ocurrió al señor presidente ir a patear el nido del avispero! Unacomisión de policías ingresó al hospital tres veces para dialogar con él. Laprimera fue a pedirle que derogue la nueva ley; pero él respondió con unsoberbio no. A la segunda se incrementó un pedido: la amnistía. Él siguiómetido en su trinchera e informó al mundo que es prisionero y que se trataba deun golpe de estado. A la tarde se le ofreció sumisión a cambio de un pedido: laamnistía. Los policías sabían que el único sustento de sus familias es elsalario y por ello sólo pedían –como niños arrepentidos- perdón.

El resto eshistoria por demás conocida: se ordenó su rescate a cualquier precio, sinasumir el señor Correa su rol de hermano mayor, de padre y de abrir el caminodel diálogo. La información oficial es que hubo 8 fallecidos y 193heridos, 15 de ellos con diagnóstico reservado. ¿Quién guardará en suconciencia estos muertos? ¿Y cuántos más nos esperan durante los años que elpartido verde limón planea permanecer en el poder? 

Al coronel Gutiérrez lo botaron los grupos socialesunidos, la Conaie, los choferes, las sindicatos de obreros…el ciudadano común ypor último los mismos policías y los militares que le pusieron en unhelicóptero para sacarle de Carondelet, luego en un avión y lo mandaron exiliadoa Brasil. Fue una rebelión social progresiva con tiempos y metas –y en la queel actual presidente también estuvo detrás, lo recuerdo bien-, mas lo queocurrió el 30 de septiembre fue un show brillante: un país de opereta con ungobierno de opereta. Y ello se traduce justo en estadísticas: la figura del señorCorrea ha salido robustecida entre las clases dependientes de su generosidad yque son muchas.

Pero el sueño del petróleo se acabó. La olla de oro se larobaron y ahora viene la verdadera prueba para gobernar. Es tiempo de ahorro yde negocios claros, en vez de despilfarro.

 
*Frase del presidente de Ecuador,luego de volver triunfante a su sillón

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